"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
Innovación social en discapacidad
Por Amalia Diéguez, presidenta de FEDACE
27/04/2015
La innovación social en discapacidad es una herramienta que nos ayuda avanzar en materia de derechos. Por eso, ante cualquier paso que dé la sociedad hacia el futuro, debemos de poner los ojos en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. De poco sirven ciertos cambios si se traducen en alejar a la discapacidad de la sociedad. Así, inspirar la innovación social en la defensa del Derecho a la Igualdad de trato y oportunidades y en la no discriminación, se traducirá en avances sociales inclusivos, reconocedores de que la diversidad funcional es un elemento consustancial en la vida humana, algo que nos puede ocurrir a todos, ya que el 70% de las discapacidades son adquiridas en algún momento de la vida. Por lo tanto, deberíamos tener una sociedad preparada para afrontar esa realidad.
Precisamente estos días se ha debatido en diferentes Comisiones del Congreso la conveniencia de incluir la neurrorehabilitación para personas con Daño Cerebral Adquirido en la Cartera de Servicios del Sistema Nacional de Salud. Esto significaría un avance tremendo para una discapacidad en crecimiento y que se encuentra, en estos momentos, en el abandono asistencial, lo que se plasma en la vulneración de los derechos fundamentales de un colectivo compuesto por 420.000 personas. Incluir este tipo de rehabilitación específica para el Daño Cerebral Adquirido sería un primer paso con el que alcanzar unos derechos mínimos.
Pero también cabrá analizar la forma en la que se planifique y desarrolle la rehabilitación y la coordinación entre servicios. La Administración debe instaurar una Estrategia Integral de Atención al DCA que defina con claridad los modelos de recursos, los protocolos de derivación y las necesidades a nivel territorial. Este modelo debe estar centrado en dos objetivos finales: por un lado alcanzar la máxima autonomía personal posible de cada persona con daño cerebral, logrando su participación social en su entorno más cercano. En este sentido, la innovación social pasa por un cambio de enfoque, evolucionando desde los servicios centralizados de calidad hasta los servicios de proximidad. Los Centros de Referencia deberían de cumplir funciones de seguimiento, control y evaluación de estos servicios de apoyo a la autonomía personal en el entorno. Por otro lado, el modelo de atención debe de liberar a la familia de su, por ahora tradicional, papel de cuidador principal o, en muchas ocasiones, único.
No se puede hablar de innovación social sin hacer referencia a las nuevas tecnologías, herramienta básica para desarrollar la autonomía personal de las personas con discapacidad. Desde FEDACE ya hemos comprobado sus beneficios en proyectos como “Volver a Aprender después del Daño Cerebral Adquirido”. Para que las nuevas tecnologías resulten positivas en las personas con discapacidad, los dispositivos desarrollados deben posibilitar el uso de recursos sociales que puedan ser más aprovechados al compartirlos con otros colectivos. Por ejemplo, un aula informática con software de estimulación cognitiva tutorizada por un monitor y supervisada por un profesional de la neuropsicología a distancia.
También se ha comprobado que el uso de dispositivos inteligentes ofrece buenas perspectivas de crear herramientas que permiten a una persona con discapacidad gestionar su día a día de forma autónoma, lo que le acerca a la sociedad y a ejercer sus derechos como ciudadano. Esto significa que los caminos marcados por los nuevos desarrollos de la sociedad informatizada son interesantes, pero han de tener en cuenta la apreciación sobre los derechos que indicábamos al principio. Los nuevos desarrollos han de cumplir con criterios de usabilidad y accesibilidad que les acerquen a las personas con discapacidad y los conviertan en herramientas útiles para su día a día.
El camino de la innovación social en la discapacidad tiene muchos espacios de trabajo abiertos y solo una forma clara de orientar los pasos que se den. La Convención Internacional de Naciones Unidas sobre Derechos de las Personas con Discapacidad es el mapa para recorrer este camino. Desde las organizaciones de la discapacidad debemos poner el foco en denunciar las barreras del entorno que dificultan nuestra integración y desarrollo para poder fomentar que la innovación social nos ayude a superarlas.